Resulta
importante señalar que, si bien el origen de los aumentos en los alimentos
radica en el comportamiento del mercado internacional de materias primas, la
fuerte concentración de las
industrias que
procesan esas materias primas para elaborar alimentos y de la distribución de
los mismos agrava el problema de los aumentos.
Como señala un
artículo publicado por Roberto Navarro, en la edición del diario Página 12 del día
29 de Mayo de 2011, “el mercado de alimentos en el país está
fuertemente concentrado. El 80 por ciento
del aceite que se consume lo producen dos empresas: Molinos Río de la Plata y
Aceitera General Deheza. En lácteos, el 78 por ciento lo manejan La
Serenísima y Sancor. En enlatados, como tomates
y arvejas, la posición dominante la ejerce Arcor, que concentra el 70
por ciento. El 75 por ciento del azúcar que se consume es de
Ledesma. Esas empresas, hegemónicas en sus
mercados, elaboran productos de primeras marcas, con una demanda
creciente de la clase media y media alta. Ante esa situación, aumentan
los precios muy por arriba del incremento
de sus costos y del resto de las productoras de alimentos.
Estos
comportamientos, técnicamente denominados “abuso de posición dominante”, están prohibidos
por la ley de lealtad comercial y su práctica es pasible de ser penada con
fortísimas multas. En principio, ni este Gobierno ni los anteriores han armado
un equipo con la cantidad y calidad de técnicos necesarios para elaborar un
expediente que contenga la información imprescindible sobre la empresa y el mercado
para demostrar ante la Justicia el abuso de posición dominante. Por otra parte,
en las pocas ocasiones en que se multó a una empresa mediante un expediente
administrativo, éstas lograron revertirlo ante jueces más proclives a ceder al
lobby empresario que a defender el derecho de los consumidores.
El proceso de
concentración, que comenzó en la década del ochenta y se profundizó con la desregulación
de los mercados en los noventa, tuvo como protagonistas a esas compañías. Por ejemplo,
en el mercado de las mayonesas, en la década del ochenta, competían Hellmann’s,
que
en ese momento
pertenecía a Refinerías de Maíz, Fanacoa, una empresa mediana, Dánica, Sancor y
otras. En ese momento, esas empresas competían por precios para sostener sus respectivas
cuotas de mercado. En la actualidad, luego de varios cambios de manos, Unilever
posee el 70 por ciento del mercado de mayonesa, con Hellman’s y Fanacoa; otro
15 por ciento quedó en manos de Natura, de Aceitera General Deheza. Con esta posición
dominante el precio de la mayonesa Hellmann’s se incrementó un 35 por ciento en
2010.
En varias
ocasiones surgieron empresas medianas que se hicieron fuertes en algunas
provincias vendiendo productos de la misma calidad que las primeras marcas a
precios hasta un 50 por ciento más baratos. La estrategia de las líderes fue
disminuir sus precios sólo en las zonas en que veían peligrar su porción de
mercado. También suelen exigirles a sus clientes la compra del producto que
enfrenta un nuevo competidor como requisito para entregarles productos de primera
necesidad, como harina o aceite. El apogeo de las grandes cadenas de
supermercados también jugó a favor de las líderes. Las pequeñas y medianas
empresas no tienen el poder de negociación para permanecer en las góndolas de
los grandes comercios”.5
Al problema de
concentración y extranjerización en la producción, se le suma el problema de la
extranjerización en la comercialización de alimentos. Recientes declaraciones
del empresario de la carne Alberto Samid son esclarecedoras al respecto: “la
madre del problema es la inflación. Y esta
tiene su origen en las góndolas de los supermercados extranjeros que remarcan
incesantemente los precios, especialmente de los productos
alimenticios que tienen tan sensible
impacto
inflacionario”.
El productor de
Río Negro recibe dos pesos por kilo de manzana, pero en las góndolas el precio es
de 10 pesos o mas; es posible vender los distintos cortes de carne entre 25 y
35 pesos el kilo y el lomo a poco mas de 40, no a 70 u 80 pesos como ocurre en
los supermercados; hace un año el tambero recibía $ 1,70 por litro de leche y
el consumidor pagaba 4 pesos, hoy el tambero
cobra menos, $
1,50 el litro, pero el consumidor paga mas, 6 pesos; los supermercados almacenaron
100 millones de kilos de yerba, al poco tiempo elevaron el precio en 5 pesos el
kilo y, con solo guardar el producto en los galpones, ganaron 500 millones de
pesos o 100 millones de dólares; compran la papa a $ 0,80 y la venden a 7 pesos
o mas. Y como si esto fuera poco
reciben diez
cargas y recién comienzan a pagar la primera.
Así acumulan
exorbitantes ganancias que permiten a los supermercados extranjeros girar millones
al exterior, un enorme poder frente a productores y consumidores y una monumental
expansión. Por ejemplo, el supermercado francés en muy poco tiempo pasó de uno
a 277 locales y ahora cuenta con alrededor de 2.000, sumando Día y Eki. En
tanto, los yanquis y chinos son ya mas de 3.000. (…) la inflación el factor
distorsionante. También es culpable del aumento del costo argentino que amenaza
nuestra capacidad de exportar a precios competitivos.
Cuando los
argentinos tengamos conciencia de ello, cuando comprendamos que la inflación es
la madre del problema y descubramos donde se origina, se termina la polémica.
Sabemos que el Mercado Central no provoca inflación pues no hay quien se pase
el día remarcado los precios:
los productos
llegan directamente del productor al consumidor. Claro que no todos los consumidores
pueden acercarse al Mercado Central. Es preciso que mas mercados centrales se acerquen
donde están los consumidores.
Por supuesto que
en el gobierno hay gente capacitada para emprender el camino hacia una solución
definitiva. Una solución que elimine para siempre el factor inflacionario.
Productores y consumidores estarán muy agradecidos. En primer lugar porque será
posible reducir a 1.800 pesos mensuales la alimentación de una familia que hoy
requiere 3.000 pesos”.6
Con lo
anteriormente expuesto, queremos señalar que la inflación es un fenómeno
complejo, originado en un aumento de los precios internacionales de alimentos,
que valoriza los campos, es decir los activos en propiedad de los terranientes.
A ese fenómeno, se le suma la concentración y extranjerización, tanto en la producción
de alimentos envasados, como en su comercialización.
Esta
extranjerización termina agravando el problema de los aumentos, ya que los
márgenes aplicados por estos grandes supermercadistas resultan excesivos.
Frente a esta
realidad, el Gobierno Nacional pone en práctica mecanismos de gestión para
evitar el encarecimiento del costo de vida de los trabajadores. Algunos de
ellos buscan atacar las causas primarias de los aumentos (como las retenciones
a las exportaciones, el revalúo fiscal de la tierra rural) y otros mecanismos
para combatir la concentración en la distribución y logística de los alimentos,
como las compras comunitarias y el fomento a la apertura de mercados centrales
municipales, que comercialicen alimentos a precios populares. Además de eso, el
Gobierno Nacional subsidia el combustible y el transporte público, principal
medio de transporte utilizado por los trabajadores para desplazarse hacia sus
respectivos lugares de trabajo. Todo esto tiene como resultado el poder de
compra más grande de América del Sur, en relación al salario mínimo del país.
Mostramos a continuación una serie de relevamientos que ejemplifican esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario