miércoles, 31 de octubre de 2012

DOLAR


¿Es actualmente necesario atesorar dólares para pagar deuda?

El 3 de agosto vencio el Boden 2012 por el cual el Gobierno debio desembolsar aproximadamente u$s 2.300 millones. No se trata de una cuota más: fue el último pago de un bono creado hace diez años para compensar a los ahorristas damnificados por el corralito de Domingo Cavallo y el corralón impulsado en el 2002 por Remes Lenicov, entonces Ministro de Economía de Eduardo Duhalde- y que actualmente ha tenido intervenciones públicas para sugerir qué hay que hacer con el dólar- y del cual la gestión vigente se terminó haciendo cargo con pagos año tras año a cada vencimiento.
Repasar esta circunstancia en momentos de histeria colectiva por el dólar no nos permitirá exponer los motivos de las actuales restricciones para la compra de divisas pero, a falta de una convicente explicación sobre las medidas impuestas, al menos ayudará a descartar otras. Recordar la cancelación total de un bono emblemático de la crisis de la convertibilidad, como el Boden 2012, no deja dudas respecto del cambio de época y de la fortaleza macroeconómica que distingue la actual etapa de aquélla otra, aún cuando opiniones de presuntos entendidos en el tema busquen encontrar en dichas restricciones el germen de una nueva crisis argentina, quizás por aquella fragilidad crónica de la economía doméstica que no terminaba de recuperarse de una crisis para entrar en otra nueva cada equis cantidad de años.
Por eso es falso plantear que el actual cepo cambiario obedezca a la necesidad de atesorar dólares para pagar deuda y afrontar los vencimientos que hay por delante, como algunos economistas del establishment pretender hacer creer. Desde el 2003 Argentina viene ejecutando una política de desendeudamiento potente, que ha reducido significativamente la deuda pública y la ha ubicado en niveles manejables. Algunos hitos de este proceso, como se recordará, fueron dos exitosas reestructuraciones (2005 y 2010) que redujeron su valor nominal, y el pago al FMI, que más allá del monto significó terminar con el constante monitoreo del organismo sobre las cuentas públicas nacionales, donde la Argentina carecía de autonomía para decidir soberanamente sus políticas económicas. La ejecución de estas medidas, combinadas con años de expansión económica, permitió reducir el peso de la deuda pública en el PBI (del 160% del 2003 al 31% actual) y además se logró una composición estructural de la deuda compatible con las actuales políticas de crecimiento, modificándose el perfil de los acreedores- hoy predominantemente agentes del sector público- los plazos- más largos y a menor interés- y la nominación de la deuda, que en la actualidad tiene al dólar con menor protagonismo frente a un mayor volumen expresado en pesos. De ahí que argumentar que el Gobierno desincentiva la compra de dólares porque los necesita acumular para pagar deuda resulta poco convincente, por no decir ridículo.
Más aún, el absurdo se ratifica por un hecho escasamente advertido entre los encumbrados expertos: hoy el Banco Central tiene una capacidad de compra de divisas en el mercado cambiario superior a los compromisos de deuda que el Gobierno debe afrontar en lo que resta del 2012, donde además en diciembre vence el cupón del PBI por u$s 3.000 millones. Sólo en lo que va del año el Central compró u$s 6.000 millones, un monto mayor de lo que resta por pagar, manteniendo reservas en niveles óptimos, tal como se observa en el cuadro que figura a continuación:


Las exportaciones continúan elevadas y el superávit comercial se estima para fin de año en u$s 10.000 millones, lo que frente a un mundo en crisis continúa siendo un indicador auspicioso y despeja fantasmas de restricción externa . 
GEENAP

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