Como se observa en el análisis
precedente, lo que esencialmente se juega en el tratamiento negativo que suelen
recibir los anuncios del Gobierno Nacional es que ronda cada una de las
decisiones del gobierno nacional tiene que quien debe estar a cargo de la
regulación de la economía El Estado o el mercado.
Tal como queda explicitado en
el caso del proyecto de ley sobre reforma del mercado de capitales, cuando la
política anunciada afecta algún interés especifico, como es el del sector
financiero, en este caso, o simplemente se orienta a una política de expansión
de consumo, ampliación de créditos con el objetivo de generar puestos de
trabajo y que la economía no se enfríe o desacelere en un contexto
internacional de recesión y crisis, todo proyecto, política o medida es tomado
por esos sectores, y sus canales hegemónicos de comunicación, como un gesto
negativo que apunta a afectar la economía, a cercenar la libertad de los
mercados, que repercute de manera negativa en los agentes económicos y nos
desprestigia ante el mundo al tiempo que paralelamente aumenta, en
consecuencia, el poder discrecional de un gobierno que de esta manera aumenta
su sesgo autoritario e intervencionista con un fin meramente ‘populista’.
En esta oportunidad, la
intencionalidad de aquellos actores es clara, ya es falaz la acusación
propalada de que el proyecto de ley implicaría un supuesto intervencionismo en
los mercados de capital sino que justamente se pretende eliminar la exigencia
de ser accionista de un mercado, como el de Valores (Merval) o el Rofex
(mercado de futuros) para poder ser agente bursátil y se abre el juego para que
universidades, colegios profesionales y consultoras participen de un negocio
que hasta ahora estaba reservado exclusivamente para las calificadoras de
riesgo. O sea, el proyecto de Reforma presentado en lugar de cerrar, apunta a
abrir, en lugar de concentrar, plantea ampliar el juego a nuevos actores, en lugar
de ‘intervenir’.
Por supuesto
que es más que comprensible que quienes, a partir de esta iniciativa, perciben
la posibilidad de que sean afectados los exclusivos beneficios -para unos
pocos- que han mantenido, durante más de tres décadas, como consecuencia de
normativas diseñadas ad hoc por las dictaduras militares, utilicen cualquier
tipo de estrategia, como es la desinformación, el miedo y la generación de
confusión, para intentar resistir un proyecto de Ley que es visualizado, por
ellos, como el fin de la época de oro de los capitales financieros que permite
‘intervenir’ únicamente a una ‘elite financiera’. Y con justa razón porque lo
que el Gobierno Nacional buscacon este proyecto es abrir los mercados al
público y proteger a los pequeños inversores de modo de avanzar hacia una nueva
era: la del acceso a los mercados de capital para todos.
GEENAP
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