La
liberalización de los mercados tuvo como correlato el incremento del poder de
ciertos grupos económicos con incidencia en la evolución de la economía
nacional. En ese escenario, en cuanto una política estatal no es atractiva para
los mercados se producen efectos que perjudican el funcionamiento de nuestra
economía (por ejemplo, cuando se decidió la estatización de los fondos
administrados por las AFJP se generó una corrida bancaria que, en un primer
momento, agudizó los efectos de la salida de capitales por la crisis internacional).
Frente a este escenario, el gobierno nacional, como
señal a los mercados, permanentemente tuvo que mostrar fortaleza de las cuentas
nacionales (súperavits fiscal y comercial, acumulación de reservas,
principalmente), a pesar de que, en teoría, en muchas ocasiones conviene
expandir, por ejemplo, sustancialmente el gasto público para que actúe de modo
contracíclico. No obstante, el gobierno aumentó el gasto público cuando fue
necesario, pero en una medida controlada para no afectar el ánimo de los
mercados y, por consiguiente, provocar una corrida cambiaria que pudiera
desestabilizar el proceso de crecimiento.
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