Desde ya hace un largo tiempo,
los hidrocarburos (principalmente el petróleo y el gas) se han transformado en
uno de los insumos fundamentales para el funcionamiento de la sociedad moderna
y por ende, para el crecimiento y el desarrollo económico. Su oferta, dado su
carácter de escasos y no renovables, se encuentra relativamente limitada y su
demanda, como consecuencia de que proveen la mayor parte de la energía
consumida a nivel mundial, es prácticamente insensible a los aumentos de
precios (o sea, como son tan necesarios, y no tienen en la actualidad un
sustituto perfecto, por más que aumente mucho su precio, todos los países del
mundo deben seguir utilizándolos). Por lo anterior, la influencia del precio de
la energía en la economía es mucho mayor de lo que comúnmente se cree.
A continuación, dos ejemplos de
ello:
Influencia sobre la Competitividad: el precio de la energía en general, pero de los
hidrocarburos en particular, determina, en gran parte, el precio del resto de
los bienes de la economía. Esto es así porque la energía, de una u otra forma,
en mayor o menor medida, se usa en todos los procesos productivos, y por lo
tanto, es un costo importante para la producción. Por ello, si la energía es
barata, los costos de producción serán menores y eso impactará (a la baja) en
los precios de la economía; esto favorece la competitividad y por ende, la
posibilidad de venta de nuestros productos al resto de los países del mundo.
Caso contrario, si la energía es cara, los costos de producción serán altos, y
eso se reflejará en los precios de los bienes que se producen con esa energía.
Esto impactará negativamente en la competitividad de nuestra economía.
Influencia sobre la distribución del
ingreso: Por lo
explicado anteriormente (en el punto 1) ya sabemos que el precio de la energía,
por ser un costo de producción, influye fuertemente en el precio de los demás
bienes que se producen en la economía, lo cual además de impactar en la
competitividad, impacta en el poder de compra del salario, es decir, impacta sobre
la distribución del ingreso. Si la energía es cara, los precios de los bienes
serán elevados y por ello, el poder adquisitivo del salario de los trabajadores
caerá.
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