domingo, 11 de noviembre de 2012

LOS DILEMAS ESTRUCTURALES



 La restricción externa

“El mundo más conveniente para los gigantes multinacionales
es un mundo poblado por estados enanos o sin ningún estado”
Eric Hobsbawm

La restricción externa es una característica común a toda economía en vías de desarrollo y su superación, representa uno de los desafíos más importantes para crecer de forma sostenida a lo largo del tiempo y mejorar la calidad de vida de la población. Consiste básicamente en la limitación de la capacidad de este tipo de naciones de generar, a través de sus exportaciones, las suficientes divisas que requiere la transformación de su infraestructura general (vías de transporte, energía, telecomunicaciones, urbanización, etc.) y de estructura productiva. Estos desarrollos son fundamentales para lograr que estas economías sean más competitivas y, por lo tanto, puedan generar exportaciones de productos con mayor valor agregado.
El riesgo de que vuelva a resurgir en nuestro país el problema de la restricción externa (escasez de divisas) es la raíz y el fundamento último de la necesidad de implementar la administración del mercado cambiario.
Los países en vías de desarrollo, como la Argentina, requieren divisas para avanzar en ese sentido y poder acortar las grandes brechas de desarrollo tecnológico que los separan de los centros económicos mundiales. Con ellas, estas economías pueden adquirir las máquinas e insumos que no producen.
Lamentablemente, estas naciones padecen la restricción externa ya que, en primer lugar, no imprimen los dólares (como hace Estados Unidos), y al mismo tiempo, debido a que están en vías de desarrollo y sus industrias todavía están consolidándose en los mercados internacionales, no logran generar un nivel de divisas suficiente a través de sus ventas al exterior para desarrollar la infraestructura necesaria, adquirir los productos y la maquinaria que no fabrican internamente y requieren para su industrialización.
Además, suele ocurrir que, en la medida que un país subdesarrollado aumenta su demanda por el propio proceso de crecimiento productivo y de inclusión social, va necesitando un nivel cada vez mayor de dólares para importar la tecnología externa requerida para complementar los procesos productivos industriales. Este fenómeno se produce porque ciertas etapas industriales no se realizan en el país. A modo de ejemplo, en la industria automotriz de la Argentina solamente el 27% de la producción de cada automóvil se fabrica localmente; el resto de las partes y piezas que requiere la fabricación del vehículo es comprado al exterior y ensamblado localmente.
El conocido proceso de sustitución de importaciones significa ir completando gradualmente los casilleros faltantes o incompletos de la estructura productiva del país, de modo de reducir la dependencia tecnológica. Este proceso es el que debe ir atravesando cualquier economía hasta alcanzar un nivel de industrialización lo suficientemente avanzado para ser plenamente soberana en materia económica.
Para que el proceso sea evolutivo, la sustitución de importaciones se debe complementar con un progresivo aumento de las exportaciones con valor agregado intensivo en conocimiento. De esta manera, se espera que las economías subdesarrolladas puedan generar genuinamente las divisas requeridas para su desarrollo.
Los procesos exitosos en este sentido han contado con políticas públicas que regularon el fortalecimiento de los mercados domésticos, núcleos de las transformaciones estructurales. La actividad productiva, basada solamente en la explotación de las riquezas terrestres, en ningún caso, ha permitido alcanzar niveles convencionalmente aceptables de desarrollo. Ella debe complementarse con complejos industriales que estimulen la generación de empleos, la distribución del ingreso y los avances de la ciencia y la tecnología, de modo de ganar autonomía en la administración de la economía y que la población mejore progresivamente sus condiciones de vida.
Por ejemplo, si en la Argentina quisiéramos extender la fabricación textiles funcionales o también llamados inteligentes (tienen la propiedad de reaccionar de modo diferente ante estímulos externos y, entre otros usos, se pueden aplicar al tratamiento de enfermedades) deberíamos tener las divisas suficientes para la compra del instrumental de laboratorio necesario para el desarrollo de este tipo de productos, que tienen un mercado potencial muy grande, el mayor en textiles.
El profesor de la UBA, Jorge Schvarzer, enseñaba que: “la industria es la base material de la estructura productiva sobre la que se apoya el desarrollo económico. El fenómeno es tan evidente que hoy se acostumbra denominar sociedades industriales a las naciones desarrolladas. La analogía es obvia: no hay sociedad desarrollada que no sea industrial, del mismo modo que no hay sociedad industrial que no sea desarrollada”. (Schvarzer, 2000)
Esta restricción externa había sido superada parcialmente por la economía nacional a través de distintos caminos. En una primera etapa, desde mediados de los años cuarenta, a partir de un fuerte control del mercado cambiario, que permitía orientar las escasas divisas que generaba nuestra economía al desarrollo productivo. Una segunda fase comenzó a fines de los años cincuenta cuando los límites planteados por la restricción externa comenzaron a ser sorteados a partir de lo que Schvarzer denominó "la apuesta eufórica al capital extranjero", que básicamente consistía en el ingreso de invesiones del exterior en sectores estratégicos de la economía nacional que requerían grandes inversiones, como la industria siderúrgica, química y petroquímica, plástica, farmacéutica, automotriz y metalmecánica.
Ahora bien, más allá de estos ingresos de dólares vía inversión extranjera directa, los procesos de crecimiento seguían sufriendo de la restricción externa que obligaba a devaluar la moneda nacional para contraer el poder adquisitivo de la población y así generar un excedente mayor de exportación y limitar el crecimiento de las importaciones. Esta dinámica fue bautizada como de "stop and go".
La superación temporaria de la restricción externa fue el crónico endeudamiento de la economía nacional. A partir del último golpe de Estado de 1976, la utilización descontrolada del endeudamiento fue la principal vía contención (y de agravamiento) del crónico problema. El endeudamiento fue el principal vehículo de control de la restricción externa de los distintos gobiernos que condujeron nuestro país hasta 2001. La fragilidad sistémica que implicaba haber abandonado, en gran medida, la producción interna y consumir sobre la base de endeudamiento externo explotó a fines de 2001 y derivó en la mayor degradación de la estructura productiva y social de nuestra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario