Frente
a la necesidad de administrar inteligentemente las divisas para el desarrollo
productivo y social del país, el proceso de crecimiento con inclusión social
implicó una cuidadosa estrategia de regulación del tipo de cambio, de forma de
poder disponer de las divisas necesarias para el crecimiento de la capacidad
productiva nacional. En este sentido, la regulación del valor del peso en
relación al dólar fue uno de los pilares principales del modelo económico que
estimuló la sustitución de importaciones y la colocación de productos
argentinos en el exterior.
Hay
que estudiar lo que sucedió en el pasado a nuestro país y lo que ocurrió en
otros países de la región para estar preparados y desarrollar propuestas de
instrumentos de políticas económicas acordes al proceso actual de crecimiento
de la economía local. Por ejemplo, en Perú, cuando asumió en julio de 2011 su
actual Presidente, Ollanta Humala, poderosos actores económicos con inclinaciones
enfrentadas en relación a su propuesta de gobierno trataron de
desestabilizarlo. Humala había ganado las elecciones con una propuesta de
administración poco amigable para los mercados. Finalmente, el Presidente
electo tuvo que negociar con los grandes grupos económicos y desarrollar una
política económica afín a sus intereses, a cambio de la estabilidad que
requería su gobierno.
En
rigor, en nuestro país los sectores especulativos y rentísticos tratan de
generar inestabilidad en el mercado y esto se agudiza por la delicada situación
internacional. Son aquellos que se ven perjudicados materialmente por las
actuales medidas, y políticamente por la pérdida de poder en la fijación de
planes económicos y capacidad de veto en las políticas económicas.
El
proyecto productivo logró lidiar con las lamentables secuelas de más de dos
décadas y media de antidesarrollo neoliberal; hoy estamos frente a un proceso
donde surgen las tensiones propias de la distribución de una renta nacional
creciente en un marco de inestabilidad del contexto económico internacional.
Esta crisis global se expresó, principalmente en los últimos meses, en los
crecientes desvíos de saldos de exportación asiática rechazados por los centros
de consumo mundial, en la remisión de utilidades al exterior de las grandes
empresas extranjeras instaladas en el país y en el fortalecimiento
internacional del dólar como reserva de valor.
La
complejidad del análisis del problema de la restricción externa y, operaciones
mediáticas mediante, generaron una perspectiva de devaluación del peso en un
contexto donde los ahorristas, a fuerza de crisis confiscatorias, han adaptado
su forma de ahorro a un esquema conservador que posee como principal mecanismo
de acumulación el atesoramiento de moneda emitida por la Reserva Federal de
Estados Unidos.
En
este escenario, el acelerado crecimiento de la fuga de capitales implicó la
necesidad de instaurar, en una primera etapa, una política de utilización de
las divisas cuidadosa y cautelosa. A medida que transcurrieron los meses, desde
su implementación, se fueron corrigiendo sobre la marcha algunas dificultades
lógicas de instrumentación.
En este marco, el gobierno ha tomado nuevamente fuertes decisiones de
política económica que apuntan a sostener el proyecto de crecimiento con
inclusión social. La consolidación requiere profundizar el
proceso de desarrollo de la capacidad productiva local, en un marco de alianzas
con los otros países de nuestra región o en proceso de desarrollo, que permita
garantizar la soberanía económica de la nación.
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