miércoles, 14 de noviembre de 2012

El rol de la concentración en el mercado alimentario




Resulta importante señalar que, si bien el origen de los aumentos en los alimentos radica en el comportamiento del mercado internacional de materias primas, la fuerte concentración de las
industrias que procesan esas materias primas para elaborar alimentos y de la distribución de los mismos agrava el problema de los aumentos.
Como señala un artículo publicado por Roberto Navarro, en la edición del diario Página 12 del día 29 de Mayo de 2011, “el mercado de alimentos en el país está fuertemente concentrado. El 80 por ciento del aceite que se consume lo producen dos empresas: Molinos Río de la Plata y Aceitera General Deheza. En lácteos, el 78 por ciento lo manejan La Serenísima y Sancor. En enlatados, como tomates y arvejas, la posición dominante la ejerce Arcor, que concentra el 70 por ciento. El 75 por ciento del azúcar que se consume es de Ledesma. Esas empresas, hegemónicas en sus mercados, elaboran productos de primeras marcas, con una demanda creciente de la clase media y media alta. Ante esa situación, aumentan los precios muy por arriba del incremento de sus costos y del resto de las productoras de alimentos.
Estos comportamientos, técnicamente denominados “abuso de posición dominante”, están prohibidos por la ley de lealtad comercial y su práctica es pasible de ser penada con fortísimas multas. En principio, ni este Gobierno ni los anteriores han armado un equipo con la cantidad y calidad de técnicos necesarios para elaborar un expediente que contenga la información imprescindible sobre la empresa y el mercado para demostrar ante la Justicia el abuso de posición dominante. Por otra parte, en las pocas ocasiones en que se multó a una empresa mediante un expediente administrativo, éstas lograron revertirlo ante jueces más proclives a ceder al lobby empresario que a defender el derecho de los consumidores.
El proceso de concentración, que comenzó en la década del ochenta y se profundizó con la desregulación de los mercados en los noventa, tuvo como protagonistas a esas compañías. Por ejemplo, en el mercado de las mayonesas, en la década del ochenta, competían Hellmann’s, que
en ese momento pertenecía a Refinerías de Maíz, Fanacoa, una empresa mediana, Dánica, Sancor y otras. En ese momento, esas empresas competían por precios para sostener sus respectivas cuotas de mercado. En la actualidad, luego de varios cambios de manos, Unilever posee el 70 por ciento del mercado de mayonesa, con Hellman’s y Fanacoa; otro 15 por ciento quedó en manos de Natura, de Aceitera General Deheza. Con esta posición dominante el precio de la mayonesa Hellmann’s se incrementó un 35 por ciento en 2010.
En varias ocasiones surgieron empresas medianas que se hicieron fuertes en algunas provincias vendiendo productos de la misma calidad que las primeras marcas a precios hasta un 50 por ciento más baratos. La estrategia de las líderes fue disminuir sus precios sólo en las zonas en que veían peligrar su porción de mercado. También suelen exigirles a sus clientes la compra del producto que enfrenta un nuevo competidor como requisito para entregarles productos de primera necesidad, como harina o aceite. El apogeo de las grandes cadenas de supermercados también jugó a favor de las líderes. Las pequeñas y medianas empresas no tienen el poder de negociación para permanecer en las góndolas de los grandes comercios”.5
Al problema de concentración y extranjerización en la producción, se le suma el problema de la extranjerización en la comercialización de alimentos. Recientes declaraciones del empresario de la carne Alberto Samid son esclarecedoras al respecto: “la madre del problema es la inflación. Y esta tiene su origen en las góndolas de los supermercados extranjeros que remarcan incesantemente los precios, especialmente de los productos alimenticios que tienen tan sensible
impacto inflacionario”.
El productor de Río Negro recibe dos pesos por kilo de manzana, pero en las góndolas el precio es de 10 pesos o mas; es posible vender los distintos cortes de carne entre 25 y 35 pesos el kilo y el lomo a poco mas de 40, no a 70 u 80 pesos como ocurre en los supermercados; hace un año el tambero recibía $ 1,70 por litro de leche y el consumidor pagaba 4 pesos, hoy el tambero
cobra menos, $ 1,50 el litro, pero el consumidor paga mas, 6 pesos; los supermercados almacenaron 100 millones de kilos de yerba, al poco tiempo elevaron el precio en 5 pesos el kilo y, con solo guardar el producto en los galpones, ganaron 500 millones de pesos o 100 millones de dólares; compran la papa a $ 0,80 y la venden a 7 pesos o mas. Y como si esto fuera poco
reciben diez cargas y recién comienzan a pagar la primera.
Así acumulan exorbitantes ganancias que permiten a los supermercados extranjeros girar millones al exterior, un enorme poder frente a productores y consumidores y una monumental expansión. Por ejemplo, el supermercado francés en muy poco tiempo pasó de uno a 277 locales y ahora cuenta con alrededor de 2.000, sumando Día y Eki. En tanto, los yanquis y chinos son ya mas de 3.000. (…) la inflación el factor distorsionante. También es culpable del aumento del costo argentino que amenaza nuestra capacidad de exportar a precios competitivos.
Cuando los argentinos tengamos conciencia de ello, cuando comprendamos que la inflación es la madre del problema y descubramos donde se origina, se termina la polémica. Sabemos que el Mercado Central no provoca inflación pues no hay quien se pase el día remarcado los precios:
los productos llegan directamente del productor al consumidor. Claro que no todos los consumidores pueden acercarse al Mercado Central. Es preciso que mas mercados centrales se acerquen donde están los consumidores.
Por supuesto que en el gobierno hay gente capacitada para emprender el camino hacia una solución definitiva. Una solución que elimine para siempre el factor inflacionario. Productores y consumidores estarán muy agradecidos. En primer lugar porque será posible reducir a 1.800 pesos mensuales la alimentación de una familia que hoy requiere 3.000 pesos”.6
Con lo anteriormente expuesto, queremos señalar que la inflación es un fenómeno complejo, originado en un aumento de los precios internacionales de alimentos, que valoriza los campos, es decir los activos en propiedad de los terranientes. A ese fenómeno, se le suma la concentración y extranjerización, tanto en la producción de alimentos envasados, como en su comercialización.
Esta extranjerización termina agravando el problema de los aumentos, ya que los márgenes aplicados por estos grandes supermercadistas resultan excesivos.
Frente a esta realidad, el Gobierno Nacional pone en práctica mecanismos de gestión para evitar el encarecimiento del costo de vida de los trabajadores. Algunos de ellos buscan atacar las causas primarias de los aumentos (como las retenciones a las exportaciones, el revalúo fiscal de la tierra rural) y otros mecanismos para combatir la concentración en la distribución y logística de los alimentos, como las compras comunitarias y el fomento a la apertura de mercados centrales municipales, que comercialicen alimentos a precios populares. Además de eso, el Gobierno Nacional subsidia el combustible y el transporte público, principal medio de transporte utilizado por los trabajadores para desplazarse hacia sus respectivos lugares de trabajo. Todo esto tiene como resultado el poder de compra más grande de América del Sur, en relación al salario mínimo del país. Mostramos a continuación una serie de relevamientos que ejemplifican esto.

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